Cosmética con sello olfativo, los productos más sensoriales se fabrican en Grasse
Gandha, en sánscrito, significa fragancia, pero va más allá de un simple conjunto de notas olfativas. Gandha hace alusión al antiguo ritual meditativo por medio del aroma que practicaban los yoguis bajo la creencia de que el sentido del olfato trasciende la mente pensante, atrae la calma y ayuda a entrar en un estado más profundo de conciencia. Algo así como un catalizador de emociones positivas para hacernos sentir bien.
Porque esa es otra de las funciones cruciales de un buen cosmético, más allá de su acción hidratante o antiedad. Por eso ahora la cosmética de alto nivel tiene sello olfativo propio. Complejos aromáticos diseñados ad hoc por expertos del olor con fines muy concretos. “Trabajamos con una casa de perfumes en Grasse (la cuna del perfume) para desarrollar todos nuestros productos”, comenta Stephen de Heinrich, CEO de la firma de lujo húngara Omorovicza, “la misma que desarrolla los aromas de Hermès y Chanel, creando fragancias a medida con beneficios para la piel y el cuerpo”, concluye.
Y es que poner aroma a un cosmético no es un acto baladí. Es la clave para que sea aceptado con gusto por la mayor parte del público y el eje principal de los nuevos tratamientos de belleza forjados bajo las directrices de la neurocosmética. El suero nocturno ideal debe actuar acelerando el proceso natural de regeneración de la piel, sí, pero también alentando la calma y procurando un sueño reparador para multiplicar su eficacia, y eso se consigue a través del olor. ¿Los mejores aliados? Los aceites esenciales. “Nuestra bruma facial Queen of Hungary Mist contiene hidrolatos de azahar, rosa y salvia para purificar y tonificar la piel, al tiempo que calma y reconforta, y su composición se inspiró en el agua de la Reina de Hungría, uno de los primeros perfumes documentados del mundo, formulado para la Reina Isabel de Hungría en el siglo XIV”, añade de Heinrich.
Puede que ese sea el motivo por el cual esta bruma facial multi-propósito sea un rotundo best seller de la marca. Pero no solo ocurre con Queen Of Hungary Mist, una de las exclamaciones habituales de los asiduos a los productos de Omorovicza es ¡huelen de maravilla! Ese sello olfativo propio ha hecho que sus codiciadas gamas vayan mucho más allá de la simple acción cosmética. Ya lo planteó Gilles Fournil cuando en 1992 creó la Olfatoterapia, la curación a través del olfato, oler para sentirse mejor, utilizar este misterioso sentido como llave maestra para acceder al reino emocional, para que dejemos de lado el razonamiento y nos dejemos llevar por el lenguaje simbólico de las plantas, ya que cada olor, está asociado a una emoción.
Puede que estos argumentos llevasen a Omorovicza a plantearse una cuestión: ¿Puede una fragancia hacer irresistible nuestro aura? Un asunto complejo que surgió cuando nació Bagatelle de Gabrielle, la primera (y única) fragancia de la firma elaborada con ingredientes naturales provenientes de Grasse. “Nuestra fragancia exclusiva, Bagatelle de Gabrielle, se inspiró en la atmósfera soñadora y exótica del Omorovicza Spa en Budapest”, argumenta Stephen de Heinrich, como una forma de embotellar la esencia del manantial curativo de donde surgió todo para hacerla palpable en cualquier momento y lugar.
“Lanzamos Bagatelle de Gabrielle en 2015 como una fragancia de edición limitada. Resultó ser tan popular que la convertimos en una parte permanente de la colección Omorovicza y en 2018 presentamos un tamaño superior de 100 ml.”, prosigue Stephen. “Es como si acabaras de salir del spa”, confiesan los usuarios. Puede que por su nota balsámica de lavanda que induce a la relajación; las estimulantes bergamota y flor de naranja que nos hacen sentirnos positivos; y el cremoso sándalo que añade un acento meditativo. Ya lo dijo Proust, El perfume es como un paréntesis, un momento de libertad, paz, amor y sensualidad entre los disturbios de la vida moderna…